Aunque por las acciones de los hombres
descubrimos sus designios, es de sapiencia conocer a los seres humanos para
poder gobernarlos con sabiduría, la cual para Thomas Hobbes se adquiere no
leyendo en los libros sino en las personas, por eso quien ha de gobernar una
nación entera debe leer, en sí mismo, no a este o aquel hombre, sino a la
humanidad misma, cosa que resulta más difícil de aprender cualquier idioma o
ciencia.[1]
El que gobierna es gobernante y gobernado a la vez; el verdadero gobernante
gobierna a los demás porque se gobierna a sí mismo y busca que los gobernados
sean mejores ciudadanos. Dicha sabiduría sólo se lo puede conseguir en base a la
experiencia, requisito de edad que lo contemplan todas las constituciones del
mundo.
Lo complejo de gobernar en regímenes democráticos
está dado porque el poder está más distribuido y fragmentado que en los regímenes
autocráticos y el gobierno de la sociedad está más regulado en todos sus
niveles por procedimientos que admiten la participación ciudadana, el
disentimiento y la proliferación de espacios en los que se toman decisiones
colectivas. No existe una universidad donde se estudie para ser gobernante, es
la persona con su tolerancia la que se enfrenta a la realidad.
[1] Thomas Hobbes, Leviatán O la materia, forma y poder de una
república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura Económica, decimosexta
reimpresión, 2010, México D.F, p. 5. Título original: Leviathan or the Matter, Form and Power of a Commonwealth Eclasiastical
and Civil, 1651.